“Cantemos pues, ante la intervención del Dios que nos saca del pozo de la desesperación y pone un cántico nuevo en nuestra boca. Afirmemos juntos como escribió Horatio Spafford: “De paz inundada mi senda esté o cúbrala un mar de aflicción, cualquiera que sea mi suerte, diré: Estoy bien, tengo paz, ¡Gloria a Dios!”.
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El anuncio que no es de campaña
Decoración apagada
La interrupción
Llegó el agua
Por el techo
“Amar lo que nos hace daño y altera el propósito de Dios para nuestra vida nos condena. Hace que perdamos el norte y quedemos bajo el dominio de lo que distorsiona nuestra vida. Creer en Dios no es decir o manifestar unas ideas para que la vida nos vaya mejor. Creer en Dios es decidir poner nuestra vida y confianza en Él para que disfrutemos de su plenitud”.