“El poder sentir el acompañamiento del Señor en mi vida cotidiana no surge como un acto de magia, sino que es el resultado de una relación diaria de diálogo sincero y genuino con Él. A este diálogo le llamamos oración y el estudiar en la Biblia sus enseñanzas, promesas y guianzas, es la clave que me lleva a fortalecer mi relación de hija con Él”.