“El evangelio nos recuerda que Dios nos tiene en su memoria. Nos ama y por eso responde con una oferta de salvación cuando el pecado nos desorienta”.
Mi palabra no es la ley
No es saludable engañarnos que somos los reyes y dueños del espectáculo. Nuestra palabra no es la ley o mas bien, que determina los designios de nuestra vida. Nos corresponde fijar nuestra mirada y mente en la ley de Dios para todos. Por eso, el consejo a la nueva generación que entró a la tierra de la promesa era: “Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te ordenó. No te apartes de ella para nada; solo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito” (Josué 1:7-8, NVI).
Conforme pero no conformista
Sin máscaras
En la unidad nos hacemos comunidad
Acepta el reto
Debajo de la sombrita
Olvídate del cuco
Anunciemos la esperanza
Puerto Rico vive de manera crucificada con múltiples actas de decreto que destacan las razones por la cuales hay que morir y terminar en la cruz. Lo gran noticia del evangelio es que el Cristo resucitado también habla y no queda silenciado ante nuestro dolor y necesidad. Cristo también viene a nuestro encuentro y nos dice que tengas confianza y que la paz sea con nuestra tierra. No obstante, esa expresión de paz y fortaleza está enmarcada en un comando de compartir la noticia de la resurrección y lo que eso implica para nosotros como país. Jesús insta a sus seguidores que su resurrección requiere que compartamos la noticia con otros porque ha recibido todo poder y autoridad.